RISITAS DE COLORES

Tenía siete años, temporada donde florecían las plantas de mango, era un día soleado, fresco y el follaje te daba paz, como si vieras el cielo en una noche estrellada, los colibríes revoloteaban en las plantas aledañas, las mariposas con sus esplendorosos colores cubrían de alegría el paisaje, el sol brillaba tanto que apetecía darse un baño al aire libre, de alguna forma evocaba más recuerdos. El sonido del viento se hacía presente en el meneo de los árboles y esa frescura golpeaba tu cara en un compás agradable, las pequeñas flores que habían sido arrastrada por el viento coloreaban el escenario donde nos reuníamos con mi madre para crear, aquellos temas del cancionero de Julio Jaramillo, que eran sus favoritas, volverlas algo nuevo, mientras la limonada nos acompañaba dispuesta a ser testigo de lo que florecía en la memoria, y que todavía florece como recuerdo. Ese día se repitió varias veces, dejándome el buen sabor de crear con tranquilidad y observando lo que me rodea.

Seguramente tenía muchas emociones encima, así como llevo conmigo las muchas canciones que destrozamos para crear cosas nuevas, tardábamos mucho en darle un gran sentido o algo que nos complazca. También tardábamos en seguir el mismo ritmo porque en el transcurso de la creación aparecían cosas curiosas a las que les dedicábamos muchas risas, pero también estoy segura que aparecían muchas risitas de colores que es mi traducción perfecta de amor para ese momento.

Quise compartirles esta pequeña descripción que me sigue gustando cómo quedó. Es parte de una tarea de escritura, y la verdad que estoy fascinada con mis clases y muy empeñosa por si pueden apreciar. No quería abandonarlos y por eso les dejo esta parte de mi , así nos seguimos reencontrando. ¿Tienes algún recuerdo que te mime el corazón?

 

Saludos,

Annette C.M.